sábado, 17 de diciembre de 2011

100 años de cotilleo cebollero

A punto de terminar este año 2011 y dar paso al 2012, hemos encontrado una curiosa historia sobre algo ocurrido en Moralzarzal en marzo de 1912, acontecimiento del que pronto se cumplirán 100 años. Estamos pues de aniversario.

Detalle de la columna del diario El Imparcial del 10 de enero de 1914 

Aunque los acontecimientos ocurrieron en 1912, la noticia saltó a la prensa dos años después, una vez celebrado el juicio ya que el caso llegó a los tribunales. La historia la transcribimos tal como la contó la prensa de la época y, en especial, el diario El Imparcial en su edición del 10 de enero de 1914, sección Togas y Leyes, que en su segunda página relató extensamente los hechos con el extraño titulo “La vida campesina”.
En la mañana del 5 de marzo de 1912, Lucia bajaba por la calle de Rosales (sic), del pueblo de Moralzarzal. En dirección opuesta subía Aurelia. 
Aurelia, después de saludar a Lucía, le rogó que le auxiliase a descifrar un papel escrito con lápiz que decía haber encontrado pocos momentos antes.

Las dos mujeres, después de deletrear inútilmente el documento, llamaron a Basilia para que ella las sacase del apuro, y esta última, más letrada, consiguió, en efecto, descifrar aquel jeroglífico desde el encabezamiento a la firma.
Era o parecía ser una carta dirigida a Daniel y firmada por Eugenia, y en la que que ésta pedía a aquel que en su próximo viaje a Madrid le comprase una medicina para evitar algo que las mujeres solteras tratan vanamente de ocultar, porque salta demasiado pronto a la vista. 
Las tres mujeres dedujeron inmediatamente que la carta en cuestión estaba escrita por una moza del pueblo. Llena de confusión y asombro, Aurelia marchó entonces hacia la plaza y allí leyó nuevamente la carta en un corrillo de comadres, aconsejándolas el mayor secreto. Las comadres contaron en secreto la ocurrido a todas sus amigas y éstas a sus maridos y al siguiente día no había persona en Moralzarzal que no supiese de memoria el contenido del papelito.

El padre de la moza a quién se consideraba autora de la carta en cuestión citó ante el Juzgado municipal a la Aurelia para exigirla responsabilidad de lo propalado; pero el juez se declaró incompetente y el padre entonces interpuso una querella por injurias ante el Juzgado de Instrucción de Colmenar Viejo.

La Aurelia fue procesada, y ayer (por el 9 de enero de 1914) compareció en el banquillo de la Sección primera, expresando que se había limitado a leer la carta en compañía de otras personas; pero sin intención de perjudicar en su honor a la que se suponía su autora.
En los autos aparecía la carta, pero tan manoseada y borrosa estaba, que no fue posible leer lo que en ella se decía. 
Como testigos comparecieron varias mujeres del pueblo, que confirmaron la declaración de la Aurelia. El acusador privado, Sr. Belsoleil, solicitó se condenase a la procesada como autora de un delito de injurias. El defensor, Sr. Freire, alegó en favor de Aurelia la falta de intención de difamar.
La Época, en su edición del sábado 10 de enero de 1914, daba cuenta de la misma noticia de manera más breve en su sección Gaceta de los Tribunales. El redactor titulaba su columna con un discreto título: “La curiosidad de una mujer”. Una nota muy parecida se publicó al día siguiente, el 11 de enero de 1914, en el diario El Liberal. El redactor copiaba la noticia anterior con un ligero cambio de titular - “Una mujer curiosa”-  citando además el apellido de la imputada. En este periódico leemos también que el encargo de la joven embarazada a su novia fue un abortivo, y que Aurelia fue de casa en casa, enterando al pueblo de lo que se decía en la carta, y comenzaron las murmuraciones, hasta que llegó al conocimiento del padre de la interesada”. En el juicio, Aurelia alegó que si dio a conocer el contenido de la carta era porque “ni sospechaba siquiera a quién podía referirse”. 

Leyendo esta noticia, lo primero que me vino a la cabeza es el personaje de “la vieja del visillo”, el estereotipo de cotilla que interpreta el humorista José Mota. 

"La vieja del visillo",  personaje de televisión caracterizado por el humorista José Mota

Y es que en esta historia basada en un hecho real se advierte cierta intencionalidad por parte de la prensa de la época de adoptar un formato de fábula, de cuento moralizante y con intenciones pedagógicas. Pero la maledicencia, la falta de discreción y el cotilleo no es algo del pasado,  y tampoco algo exclusivo del mundo rural, como insinúa el redactor de El Imparcial cuando titula su columna “La vida campesina”.

Discutir, hablar, conversar, intercambiar opiniones, ....saber lo que ocurre es algo necesario y demandando por todos y todas.  Y no es algo nuevo, ya ocurría durante el Barroco Español, donde había lugares especiales para este menester,  los famosos mentideros de la villa de Madrid.

Cuando nos disponemos a celebrar el centenario del cotilleo cebollero, este post quiere ser un homenaje a los pioneros y, de manera especial, a los que sufrieron en sus carnes las consecuencias de ejercer este oficio. Aurelia, va por tí.  

sábado, 10 de diciembre de 2011

El color de Matarrubia

En el anterior post, que hablaba sobre el uso y disfrute de uno de los montes de Moralzarzal, acababa preguntando sobre el significado de la palabra "Matarrubia". Y tuve algunas respuestas.

Gabriel Dorado Martín contestó lo siguiente: “Parece ser que la denominación de Matarrubia se aplica a lugares en los que crecen gran cantidad de matas de rebollo o melojo (Quercus pyrenaica), ya que en la otoñada sus hojas se vuelven amarillentas y en el invierno permanecen ocres (rubias) hasta que en la primavera renacen hojas nuevas y verdes, de aquí la denominación de mata-rubia”.

Hojas de Rebollo (Quercus pyrenaica) en otoño. Foto: Miguel Ángel Soto

Pero Antonio “Zárate” recuerda que “matarrubia” es como denominan en algunos sitios a la coscoja (Quercus coccifera), un matorral hermano de las encinas, robles y alcornoques, que también da bellotas, pero que crece en suelos calizos y en climas semiáridos, muy diferentes a los nuestros. Y la coscoja no pierde la hoja, no otoñea, no da un color ocre al monte. Antonio también dice que “matarrubia” se utiliza para denominar a las hojas secas de las encinas.

Buscando en la red encuentro que existe, en la vecina provincia de Guadalajara, una localidad y un término municipal con el nombre de Matarrubia.  Sobre el origen de este pueblo, Wikipedia informa que este nombre, existente desde el medievo, deriva de la gran cantidad de rebollos y coscojas que hay en el término municipal, árboles que toman cierto color amarillento, de ahí que se les llamara "las matas rubias". Aunque es muy extraño, inverosímil más bien, que rebollos y coscojas convivan juntas, la interpretación del topónimo presenta coincidencias con las de Gabriel y Antonio.

"Bagaza y Matarrubia" es el nombre de un monte productivo en la localidad burgalesa de Alarcia, término municipal de Rábanos. El monte está cubierto por rebollos y pinos silvestres, éstos últimos producto de repoblaciones forestales. Es de suponer que en este caso matarrubia alude claramente al rebollo, ya que la altitud no permite la presencia de encinas o coscojas.  

Parece claro que "mata" alude a arbolado, monte o matorrales. Las Matas, Mataporquera, Matalbaniega, Matallana o Mataelpino son poblaciones donde en todas ellas se interpreta la raíz “mata” como grupo de arbustos o árboles. En el idioma portugués actual, “mato” significa bosque.

Pero el significado de “rubia” es más complejo de interpretar. En Moralzarzal existen unas fincas al norte del término municipal que recibían el nombre de "Cercas del Rubio" y en el Valle de la Fuenfría, en Cercedilla, existe un “Poyal del Rubio”. Aceptemos que este rubio aluda al color del pelo del propietario de los terrenos.

En Moralzarzal, además del Monte Matarrubia (o Laderas de Matarrubia como también aparece en los documentos) existe una “Fuente Cabeza Rubia”en el Cerrulén, en el extremo suroeste del término municipal, en el límite con el término municipal de Collado Villalba.
Detalle de un mapa del término municipal de Moralzarzal  fechado en 1876 donde aparece  la "Fuente de Cabeza Rubia" en el Cerrulen, en el límite con el término de Collado Villalba.

En el término municipal de Collado Mediano, el extremo occidental del Cerro del Jaralón termina en un peñasco que en algunos mapas con el nombre de "Peñarrubia" o Peñasrrubias.

Detalle de un mapa donde figura el topónimo Peñarrubia, en el término municipal de Collado Mediano.


Granitos teñidos de rojo en Peñarrubia (Collado Mediano).  Foto: Miguel Ángel Soto

Muy cerca de Peñarrubia, en los límites entre Guadarrama y Collado Mediano los mapas señalan una “Matarrubia del Carmen” (cubierta de fresnos y rebollos) y una vía pecuaria, la “Cañada de Matarrubia”, que cruza el paraje anterior. 
Detalle del mapa del IGN de 1967 donde figura el topónimo "Matarrubia del Carmen" y "Casas de Matarrubia" (a la izquierda de la imagen) en el término municipal de Guadarrama. 

Detalle del mapa del IGN de 1923 donde aparece el topónimo "Cañada de Matarrubia", cruzando el paraje donde en otros mapas se situaba la "Matarrubia del Carmen".

¿Pero de qué color estamos hablando cuando decimos "rubio"?

En el antiguo idioma asturleonés, para el color rubio (amarillo, ocre) se utilizaba la palabra "roxo". Y para el color rojo se utilizaba el "bermeyo" y el "colorao".

Así, de la misma opinión son los autores que analizan a fondo los topónimos como Monegre, Monegros, Monegrillo, etc. (montes “negros”), y sus opuestos Montalvo, Peñalba, Cerralbo (Cerroblanco), etc (montes “blancos”). Cuando continúan con la paleta de colores aplicados a montes o peñas mencionan Monteverde (verde), Peñarrubia/ Peñarroya (peña rojiza), Monterrubio, Matarrubia (bosque rojizo), Peña Bermeja (peña roja, en los Picos de Europa), Peñaparda, etc. En la localidad onubense de Cabezas Rubias lo tienen claro: el nombre procede del color rubio o rojizo de los montes que rodean la población.

Si  “rubia” significa “rojizo”, cobrarían sentido los topónimos "Peñarrubia" y “Fuente Cabeza Rubia”, rocas y aguas teñidas de rojo por la alteración del feldespato potásico y los óxidos de hierro que componen la roca granítica.

Pero en el caso de la vegetación, las diversas “matarrubias” que existen en nuestro entorno podrían significar la variación cromática de los rebollos y los fresnos, que viran durante la estación otoñal del verde clorofila al marrón, pasando por tonalidades amarillentas y ocres, pero no rojizas.

No esta resuelta la duda. Observando la paleta de colores, resulta que las variaciones cromáticas entre el rojo y el amarillo son el naranja y el ocre. Puede que nuestros antepasados utilizaran “rubia” para adjetivar cosas con diferentes tonos o colores. O puede que la toponimia sea, como otras muchas cosas, muy caprichosa.

Fuentes utilizadas para elaborar este post: