domingo, 12 de febrero de 2012

La lucha de los hermanos Magallón contra la tuberculosis

En el post del 7 de septiembre de 2011 (Buscando a los agüistas de Moralzarzal) nos preguntábamos como eran los que bebían las aguas del manantial de aguas minero-medicinales de La Fe y que tipo de personajes visitaban este balneario situado en el Portillo de La Mina, dentro del término municipal de Moralzarzal.

Eran tuberculosos y, probablemente, pobres. El agua minero-medicinal de La Fe, catalogada como “arsenical, ferruginosa, fuertemente nitrogenada y radiactiva”, se recomendó para dolencias como la tuberculosis, dermatosis escrofulosas y herpéticas, la anemia, la clorosis y como reconstituyente. Estas aguas, embotelladas, se vendían en las principales farmacias de España, dándose gratis a los pobres y a los establecimientos piadosos. En 1909, las aguas de La Fe se vendían en dos dispensarios antituberculosos de Madrid. 

La tuberculosis (TBC o TB), llamada antiguamente tisis, es una infección bacteriana contagiosa que afecta principalmente los pulmones. La bacteria más importante y representativa causante de tuberculosis es el Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch, bacteria que fue descubierta en 1882

El descubridor del bacilo de la tuberculosis, Robert Koch (1843-1910) 

En el cambio de siglo, hacia 1900, un alto porcentaje de la población mundial estaba infectada por la TBC; la morbilidad y la mortalidad eran muy elevadas, no sólo por la virulencia misma del bacilo, sino por las precarias condiciones de salubridad, agravadas por el hambre, la miseria y el estado permanente de agotamiento físico debido al exceso de trabajo que incluso sometía a la población infantil a jornadas extenuantes. En estas fechas las estadísticas oficiales daban en España 30.000 fallecidos anuales de TB, aunque otros autores elevan la cifra a 50.000 o incluso 75.000. Pero como enfermedad social, sólo el 20% de los infectados de TB pertenecía a clases acomodadas, mientras que el 80% de los que la padecían eran pobres. La mortalidad era de un 63/1000 entre los ricos y ascendía a 232/1000 entre los pobres. En Madrid los distritos de mayor densidad de habitantes, con peores viviendas, ausencia de luz, aire y agua, con vistas a patios lóbregos fríos y húmedos, saturados de malos olores procedentes de  sumideros y letrinas, formaban los “distritos de la muerte”: la Inclusa y Hospital, eran los más castigados, seguidos por La Latina, Chamberí y Universidad.

Para evitar estos ambientes nocivos, y ante la necesidad de evitar el contagio, protegiendo niños, jóvenes y personas no enfermas, se buscó la reclusión de los pacientes en hospitales y sanatorios por largos períodos. En toda Europa se abrieron balnearios-sanatorios infantiles al tenerse la idea que la balneoterapia y el aire puro eran un remedio eficaz para el tratamiento de esta enfermedad.

Al mismo tiempo que se buscaba sacar a los enfermos del aire insano de las ciudades, el movimiento montañero y cultural que empezaba a visitar la Sierra de Guadarrama comenzó a crear el mito de la montaña, convirtiéndola en un medio de salud y de vida saludable. Se empezaron a alabar las virtudes y milagros del aire de la sierra y empezaron a construirse sanatorios, residencias y manantiales de salud.

Esta corriente fue probablemente la que llevó al propietario del manantial La Fe, que funcionaba desde finales del XIX, a ampliar las instalaciones en el Portillo de La Mina y construir un balneario para tomar inhalaciones. No sabemos cuando se construyó el balneario, pero en 1911 no estaba todavía operativo.

Pero es que el impacto de la tuberculosis en la población infantil en este primer tercio de siglo generó una demanda de sanatorios infantiles que llegó hasta el pleno del Ayuntamiento de Moralzarzal. En el Libro de Actas con fecha 18 de marzo de 1911 hemos encontrado:
“...se dio cuenta de la circular dirigida a la Alcaldía de esta villa por las sociedades Club Alpino Español, Sociedad Gimnástica Española, Universidad Popular de Madrid, Sociedad Naturalista Española, Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, Escuela Nueva y Compañía Madrileña de Urbanización, cuyas sociedades ¿? de dotar a los pueblos de la Sierra de Guadarrama de medios para su prosperidad y para que puedan servir de instalación de sanatorios y otros medios para los habitantes de Madrid, solicitan que se ¿otorgue? representación por este ayuntamiento para que asociándose a las ideas que persiguen dichos asociados propongan los medios de vida o de adelanto que se consideren necesarios en esta localidad. Teniéndolo en cuenta esta Corporación el apoyo que las ideas de la circular son ventajosas, acordó nombrar como representante a D. Francisco Magallón, vecino de Madrid con domicilio en la Calle San Bernardino 10, para que poniéndolo de acuerdo con dichas sociedades, proponga los medios que se consideren necesario en esta villa para que los habitantes de Madrid puedan concurrir a la misma”.
Francisco Magallón, junto con su hermano José Santiago, eran en las primeras décadas del siglo XX los propietarios del manantial de las aguas de La Fe, y por la calidad de sus aguas recibieron el premio otorgado por la Exposición de Industrias Madrileñas de 1907. Ambos hermanos, aunque residentes en Madrid, formaban parte de la colonia de veraneantes de Moralzarzal. Había un tercer hermano, Manuel Magallón, médico cuya tesis doctoral, leída en 1918 se tituló "Utilidad y medios de purificación y mejoramiento de las aguas potables". Manuel Magallón también fue traductor de textos sobre la curación de la sífilis y, esto es importante, publicó en 1909 el libro “Empleo de las aguas arsenicales en el tratamiento de la tuberculosis”.

Los hermanos Magallón fueron, además de empresarios y veraneantes de Moralzarzal, impulsores de la lucha contra la tuberculosis a través de las propiedades de las aguas minero-medicinales y el aire puro de la Sierra. Y más allá del balneario de La Fe en el Portillo de La Mina, no parece que el resto de iniciativas tuvieran éxito. Las Actas de los plenos municipales recogen que en 1935 el médico de Moralzarzal, D. Carlos España, en nombre propio y de otros veraneantes solicitaba la concesión de unos terrenos (15 Ha) del monte Matarrubia en el sitio del Cerrillo de Las Pozas para construir un Preventorio Infantil. Aunque el ayuntamiento dio el visto bueno y trasladó la petición al Distrito Forestal, la guerra civil debió impedir que prosperara el proyecto.

Tras la guerra civil y el declive de la hidrología médica, el manantial y el balneario de La Fe cayeron en el olvido. Y muchos años después, en 1996, con motivo de una investigación sobre aguas minero-medicinales en la Comunidad de Madrid, un investigador realizó nuevos análisis químicos en los manantiales del Portillo de La Mina. Dichos análisis mostraron que el agua era de baja mineralización, con niveles elevados de radón, alto contenido en hierro, "si bien los niveles de arsénico son insignificantes". Concluyendo, que estas aguas no eran más que agua de montaña ferruginosa y con ligera radiactividad con posibles indicaciones terapéuticas. El autor de dicho estudio habla del “controvertido carácter medicinal de sus aguas”.

Tuvieran o no arsénico suficiente hubiera dado igual, ya que las aguas arsenicales no curaban la tuberculosis. La buena alimentación y la salubridad eran la mejor medicina preventiva. Luego llegaría la primera vacuna, con el bacilo atenuado, en 1924. Y en 1943 se purificó el primer antibiótico, la estreptomicina, que fue el primer antibiótico con acción efectiva contra el bacilo de Koch, a partir de lo cual cambió radicalmente el tratamiento y el pronóstico de la enfermedad.

¿Sirvió para algo todo el esfuerzo de los hermanos Magallón?. Sin duda. Ellos hicieron lo que en su momento se creía que podía ayudar a curar la enfermedad, y este post es un reconocimiento a este esfuerzo.

Gracias a los avances médicos, hoy en día la tuberculosis tiene muy poca incidencia en el primer mundo, pero resulta un problema grave en países en vías de desarrollo, especialmente en África, donde la combinación con el virus del SIDA forma un cóctel letal. La tuberculosis sigue siendo una enfermedad de pobres y la existencia de vacunas y antibióticos no basta para reducir la incidencia de este patógeno. Sigue haciendo falta gente como los hermanos Magallón.


Fuentes utilizadas para realizar este post:

- Conocer Moralzarzal:  www.conocermoralzarzal.com
- Actas del pleno municipal del Ayuntamiento de Moralzarzal del 18 de marzo de 1911.
- Martín, J. (2007). Historia de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.
-  Martínez Galán, I. (1997). Balnearios y Manantiales de aguas minero-medicinales de la Comunidad Autónoma de Madrid. Ediciones de la UCLM. ISBN 84-8427-218-4.
Diario La Época, 21/09/1907