miércoles, 28 de noviembre de 2012

Salir del purgatorio

(La Desamortización de Godoy en Moralzarzal)

Según recoge Jesús Martín Ramos en su libro “Historia de Moralzarzal”, a mediados del siglo XVII había en Moralzarzal unas cuantas instituciones que los historiadores agrupaban bajo el nombre de Obras Pías y Capellanías. Este tipo de instituciones fueron las primeras en ser subastadas entre 1766 y 1798 como consecuencia del empuje de las ideas liberales, en lo que fue la primera de las cuatro desamortizaciones que se produjeron a lo largo del siglo XIX.

Volviendo al siglo XVII, la primera y más importante de esta instituciones en Moralzarzal era la Capellanía de Misas fundada por Juana Morena, esposa de Juan Gómez. El mismo capellán atendía otras tres Memorias fundadas por Juana Martín, María Aguada y Francisco Rodríguez.

Varios siglos después, a finales del siglo XVIII, este tipo de instituciones habían crecido en número: además de la citada Capellanía de Juana Moreno, existían la Capellanía del Licenciado Alonso, la de la Misa de Alba, la capellanía del Santísimo Sacramento, una Memoria de Ánimas, 3 cofradías (la Sacramental, la de la Virgen de la Candela y la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte) y 2 Obras Pías (de Huérfanos y de la Cera Mayor). Mientras que algunas de estas instituciones tenían el sello cebollero por haber estado fundadas por personajes notables de la vida de Moralzarzal, otras hermandades o cofradías, como la Sacramental y la de Ánimas Benditas, existían en otras muchas parroquias de España.

¿Qué eran estas instituciones, que función tenían y que importancia tuvieron en la vida de Moralzarzal? De eso va esta entrada.

Una primera valoración: en Moralzarzal, estas instituciones eclesiásticas gestionaban o arrendaban 6 fincas, 12 cercas, 23 linares, 18 prados, 4 herrenes, 3 casas, 1 huerto y pajar. Si tenemos en cuenta que los terrenos de uso común (de propios y comunales) en Moralzarzal a mediados del siglo XIX alcanzaban el 83,07% de la superficie del término municipal (se ha estimado en torno a 3.566 hectáreas, sobre una superficie total de 4.260 hectáreas), las capellanías y obras pías controlaban una parte considerable del suelo agrícola, los suelos fértiles más cercanos al núcleo urbano, las restantes 694 hectáreas. Y libres de impuestos.

Una parte de lo que rentaban este patrimonio vinculado a la Iglesia iba destinado a obras de beneficencia, pero la mayoría se dedicaban a pagar clérigos que dijesen misas y oraciones para sacar del Purgatorio a los fundadores de dichas Capellanías y sus familias. Porque salir del Purgatorio fue una fuente de preocupación de la sociedad española del Antiguo Régimen. Se pensaba que la estancia en el purgatorio era transitoria y que en algún momento, después de que las almas hubieran pagado sus culpas, serían redimidas para gozar la vida eterna en el paraíso. De acuerdo a los planteamientos eclesiásticos, una vez las almas ingresaban en el purgatorio ya no podían influir en una mejora de sus condiciones. La ayuda sólo podía venir por parte de los vivos, que podían mover la compasión de Dios mediante misas y rezos por el alma de los difuntos y la realización de obras pías o acciones caritativas. Y bajo este paradigma teológico se configuró un modelo de propiedad de la tierra que marcaría la vida social y económica de la sociedad rural, modelo al que metió mano la política liberal del siglo XIX.

La diversidad y complejidad de estas fundaciones era enorme, pero intentaremos explicarlo brevemente: la Capellanía consistía en la dotación de una plaza vitalicia de cura (un capellán) que se vinculaba a una ermita o templo ya existente o a una capilla privada con la obligación de cierto número de misas que el capellán se comprometía a realizar por el alma del fundador y, habitualmente, también por su familia. La Memoria de Ánimas era una obra pía que se preocupaba de los pagos de los gastos de las misas y oraciones por las animas del purgatorio. La Obra Pía era una fundación, generalmente de carácter benéfico (atención de huérfanos y enfermos, escolarización, dotación de doncellas huérfanas para el matrimonio, reparto de ropa, comida, etc.), en la que se establecían una serie de servicios piadoso-asistenciales más o menos amplios sobre una base patrimonial, fijando también las condiciones, los beneficiarios y el funcionamiento. Un antecedente de la actual Cáritas.

Dado que la fundación de una capellanía conllevaba siempre un importante desembolso por parte del fundador, ser capellán era asegurarse una buena forma de vida. La carrera de clérigo, que durante el Antiguo Régimen suponía un porcentaje de la población muy numeroso, era una forma de conseguir salir de la indigencia y conseguir cierta promoción social. Los religiosos pugnaban por opositar a las capellanías bien dotadas ya que les permitía completar sus precarias economías y llevar una vida más holgada. Por eso los beneficiarios solían ser los familiares del fundador, con lo que este tipo de instituciones proporcionaban medios de vida a los allegados sin que las propiedades y sus rentas (al ser bienes eclesiásticos) estuvieran sometidas a carga fiscal alguna.

Estas instituciones podían ser laicas o colativas. Los bienes de las primeras no dependían directamente del Arzobispo. Pero los bienes de las colativas, vinculadas estrechamente a la Iglesia, formaban un todo indivisible que pasaba a formar parte del patrimonio de la Iglesia como propiedades vinculadas, por lo que, en la mayor parte de los casos, no se podían enajenar sin el permiso de las autoridades eclesiásticas.

En Moralzarzal, los abusos de los clérigos en estas instituciones aparecen en el siglo XVII. Jesús Martín extrae de los archivos parroquiales que los fundadores de las capellanías tuvieron que pleitear porque los clérigos se repartían las rentas y frutos de las capellanías. En una carta enviada por el Concejo a sus procuradores en el Arzobispado de Toledo, se demanda que “cuando los prados y dehesas de la Capellanía y Memorias tengan leña, que se venda para aumentar sus productos ya que el Párroco y el Capellán no lo hacen, por eso se solicita que si se corta el monte el fruto que se obtenga sea para aumentar las rentas de la Capellanía y Memorias y que el caudal del que se han apropiado lo devuelvan”.

¿Y cuales eran estas Obras Pías y Capellanías en Moralzarzal en vísperas de la primera desamortización? En el momento de comenzar la desamortización de Godoy en la provincia de Madrid, en 1801, y según recoge El Diario de Madrid, el inventario de Obras Pías y Capellanías en Moralzarzal refleja una acumulación de bienes y rentas considerable en manos de este tipo de instituciones:

OBRAS PÍAS Y CAPELLANÍAS DE MORALZARZAL 
ENAJENADAS Y SUBASTADAS POR EL ESTADO EN 1802
Nombre
Propiedades
Valor en la subasta
(reales)
Obras Pías de Huérfanos
8 cercas (Tabla, Nava, Mata, Pradillos, Portada, Rasa), 3 prados (Peñas Gordas) 4 linares (Linar Grande, Linar de la Mata el Pino), 1 casa, 1 huerto y 1 pajar
115.060
Cofradía Sacramental
Una cerca en La Portala, dos prados (del Exido) y un linar en La Nava
15.900
Memoria de Ánimas
2 herrenes (Arroyo Grande, de la Fuente), 1 pajar (de la Tía Catalina), la cerca de la Encina, 3 prados (El Zarzal, Prado Nuevo, Erillas en Zerceda), 4 linares y la cerca de Pozuelo
29.000
Vírgen de la Candela
La cerca de la Vega, dos linares, el herrén del Cerrillo y otro en el sitio de Zarzal
4.600
Smo. Christo de la Buena Muerte
Prado de Peñas Gordas
800
Obra Pía de la Cera Mayor
3 prados (de la Peña, de Crespo) y 5 linares (de Catalina, del Regajo, del Casar)
10.900
Fuente: Diario de Madrid, 22/07/1801, 27/08/1801 y 6/06/1802

La desamortización, la principal arma política con que los Liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado, comenzó con estas instituciones.

¿Y qué paso en Moralzarzal?. Pues que uno de los grandes beneficiados por las subastas de las Obras Pías y Capellanías de Moralzarzal durante esta primera fase de la desamortización  fue D. Julián Miguel de Fuentes López (1760-1835), "que adquirió una gran porción de cercas, prados de pasto, monte y labrantío, casa y pajares en Moralzarzal, Navacerrada y Collado Villalba, con buen numero de cabezas de ganado: 90 vacas, 28 toros y 32 añojos, mas cabras y ovejas". 

La adquisición de la finca Los Linarejos y su dedicación a la ganadería brava a cargo de D. Julián Miguel de Fuentes López (1760-1835) ha sido datada erróneamente en 1797. Julián de Fuentes, como se le conoce comúnmente, fue regidor de Madrid y estuvo al frente del Distrito de Palacio de Madrid encargándose de los abastecimientos de la Corte. Vivió en Madrid hasta el año 1785, fecha a partir de la cual es contratado por la “Compañía de Filipinas” y destinado a China, donde residirá entre 1785 y 1803. Si tenemos en cuenta estas fechas, no puede ser cierta la información recogida por Jesús Martín en sus dos libros (La Tauromaquia en Moralzarzal e Historia de Moralzarzal) según la cual D. Julián de Fuentes tenía en 1797 una gran vacada de ganado bravo en las fincas de Los Linarejos y alrededores del Gamonal, en Moralzarzal. Dicha información procede, suponemos, de la revista Pan y Toros de 1896 y 1897, donde sitúan el origen de esta información en “viejas crónicas”. Pero si Julián de Fuentes estaba viviendo y trabajando en China en el periodo 1785-1803 no pudo al mismo tiempo comprar y trabajar en Los Linarejos antes de su vuelta en 1803.  

Es probable que otro de los beneficiados por este proceso fuera el abogado Nicolás Taillét, hermano del Párroco de Moralzarzal a principios del siglo XIX, Manuel Taillét. Natural de Villarobledo (Albacete), Nicolás Taillét llegó a Moralzarzal en torno a 1906, siendo en 1925 dueño de numerosas fincas en nuestra localidad.

No sabemos si hubo más beneficiados, pero si que no empezaron bien las ideas liberales en Moralzarzal.

Entradas relacionadas:

Los orígenes del paisaje cebollero (Sobre la formación del paisaje, la propiedad y el espacio cebollero)
Moralzarzal en vísperas del zarpazo de la desamortización
La venta de los bienes del clero (La Desamortización de Mendizábal en Moralzarzal)

Fuentes:
  • Diario de Madrid, 22/07/1801, 27/08/1801 y 6/06/1802.
  • Fernández Collado, Ángel (2005). Las rentas del clero en 1822. Arzobispado de Toledo. Edita Instituto Teológico San Ildelfonso y Diputación Provincial de Toledo. Pags 222-223.
  • Hernández Mauro,1995. A la sombra de la Corona. Poder local y oligarquía urbana (Madrid, 1606-1808). Siglo Veintiuno de España Editores, S.A.
  • Manuel Valdés, C.M. (1996). Tierras y montes públicos en la sierra de Madrid (sectores central y meridional). Serie Estudios. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaría General Técnica.
  • Martín, J. (2007). Historia de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.
  • Martín,  J. (2005). La tauromaquia en Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.
  • Mira Caballos, Esteban. Capellanías, cofradías, fundaciones y Obras Pías en Montijo a Principios del siglo XIX.http://estebanmira.weebly.com/uploads/7/9/5/0/7950617/capellanias.pdf
  • Von Wobeser, Gisela. Las funciones sociales y económica de las capellanías de misas en la Nueva España del siglo XVIII. http://www.ejournal.unam.mx/ehn/ehn16/EHN01608.pdf


jueves, 22 de noviembre de 2012

Moralzarzal en vísperas del zarpazo de la Desamortización

Esta entrada quiere ser una introducción general a una serie de textos sobre la desamortización en Moralzarzal, presentación que pretende entender la estructura de la propiedad en Moralzarzal a principios del siglo XIX, antes que comenzaran los profundos cambios que supondrían el desmantelamiento de las estructuras feudales en la posesión de la tierra y el trabajo.

La desamortización fue la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado liberal durante la primera mitad del siglo XIX. 

Iniciado a finales del siglo XVIII, la desamortización consistió en expropiar y poner en el mercado, mediante una subasta pública, las tierras y bienes en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia Católica y las órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones y testamentos, así como los bienes propiedad de los pueblos.

Este proceso fue muy relevante en Moralzarzal, ya que durante el siglo XIX gran parte de los terrenos que servían de sustento a sus habitantes, los terrenos comunales, así como el patrimonio de la Iglesia, pasaron a unas pocas manos, los nuevos terratenientes, transformando el uso que históricamente se había dado a numerosas fincas del municipio.

Los estudiosos del proceso hablan de varias etapas: una primera etapa (1766-1798) comprende la venta de bienes de los jesuitas y la denominada desamortización de Manuel Godoy; la segunda fase (1808-1823) corresponde a la desamortización impulsada durante la guerra de la Independencia por la administración bonapartista y por los legisladores reunidos en Cádiz (bienes de la Inquisición y reducción a un tercio del número de monasterios y conventos) aunque no nos consta que tuviera incidencia en Moralzarzal; en la tercera etapa (1834-1854), conocida como desamortización de Mendizábal se procede a la expropiación del patrimonio de la Iglesia, y a la desaparición de monasterios y conventos y tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia social de España; la cuarta fase (1855-1924), la de Madoz, que es por duración y volumen de ventas la más importante, afectó a los terrenos comunales de los pueblos.

¿Y cómo era la distribución de la tierra en Moralzarzal antes de comenzar los procesos desamortizadores?

Con la información de que disponemos hasta ahora, podemos decir que:

1. Los bienes públicos, entonces conocidos como Comunales y de Propios, comprendían una basta extensión del municipio, 3.556 hectáreas, el 83,7% del término municipal de Moralzarzal.

2. Instituciones de origen religioso, Capellanías y Obras Pías, poseían un importante patrimonio (12 cercas, 12 prados, 16 linares, 4 Herrenes, 1 casa, 1 huerto y 1 pajar) como resultado de la acumulación durante siglos de herencias y trasmisiones de particulares a estas instituciones.

3. Un gran propietario poseía, al menos, las fincas de Los Linarejos y del Gamonal, donde poseía una una gran vacada de ganadería brava. Se trata de D. Julián Fuentes (1760-1835), regidor de Madrid que estuvo al frente del Cuartel o Distrito de Palacio de Madrid.


4. Los bienes de la Iglesia, que en 1791 estaban formados por 2 casas y 6 fincas (que sumaban 46 fanegas, entre 10 y 12 hectáreas). No sabemos si estas propiedades incluyen algunas Capellanías propiedad de la Iglesia, como la Capellanía de Juana Moreno.

Finca Los Linarejos, situada entre la carretera Villalba-Moralzarzal y el Camino de Alpedrete.
Autor: Miguel Ángel Soto
5. Los terrenos mancomunados. Los vecinos de Moralzarzal tenían el usufructo sobre terrenos alejados del núcleo urbano, fruto de los usos históricos del territorio durante la pertenencia al Real de Manzanares. Los usos del monte de El Hormigal eran compartido entre vecinos de Moralzarzal y Collado-Villalba; El Berrocal con Manzanares El Real, Becerril, El Boalo, Cerceda y Mataelpino; los aprovechamientos del monte Matarrubia, con los de Becerrill, Collado-Villalba, Alpedrete y Collado-Mediano; los de la Dehesa del Rediguelo con el Real de Manzanares, Becerril, El Boalo, Mataelpino y Cerceda; etc.

El espacio más productivo, formado por los cultivos (huerta, frutales, cereal, lino, etc.), herrenes (terrenos vallados para el forraje del ganado) y los prados más frescos, situado en el entorno del núcleo urbano y en las zonas más bajas y llanas, se encontraban en manos de propietarios particulares, las Capellanías y la Iglesia. Las Dehesas y el Ejido, de dedicación silvopastoral, seguía siendo de aprovechamiento común de los vecinos y aún conservaban su carácter concejil o vecinal.

Los terrenos abruptos y más alejados del pueblo (Serrejones, Palancares, Fuente de las Cabras, Canto Hastial), eran utilizados por todos los vecinos fundamentalmente para la ganadería extensiva y la obtención de leña y carbón.
Terrenos militares de El Palancar  y Los Serrejones, vistos desde el Portillo de La Mina. Al fondo, el Cerro de San Pedro.
Autor: Miguel Ángel Soto
Pero un siglo después el panorama será radicalmente distinto. La desamortización supondrá sólo un cambio nominal de la tierra y un mal acuerdo para los usos comunales de los moralzarzaleños. La propiedad cambiará de manos pero no se repartirá la tierra entre sus históricos usuarios.

Entradas relacionadas:

Los orígenes del paisaje cebollero (Sobre la formación del paisaje, la propiedad y el espacio cebollero)
Salir del purgatorio (La Desamortización de Godoy en Moralzarzal)
La venta de los bienes del clero (La Desamortización de Mendizábal en Moralzarzal)


Fuentes:
  • FERNÁNDEZ COLLADO, Ángel ( 2005). Las rentas del clero en 1822. Arzobispado de Toledo. Edita Instituto Teológico San Ildelfonso y Diputación Provincial de Toledo. Pags 222-223
  • FERRER JIMÉNEZ, D., SANTA CECILIA, F. (2005). Lectura del paisaje de la comarca Alto Guadarrama Alto Manzanares. Un legado Histórico. Guía para la interpretación. ADESGAM.
  • HERNÁNDEZ,  Mauro.(1995). A la sombra de la Corona. Poder local y oligarquía urbana (Madrid, 1606-1808). Siglo Veintiuno de España Editores, S.A.
  • MANUEL VALDÉS,Carlos Manuel.(1996). Tierras y montes públicos en la sierra de Madrid (sectores central y meridional). Serie Estudios. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaría General Técnica.
  • MARTÍN, Jesús.(2005). La tauromaquia en Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.
  • MARTÍN, Jesús. (2007). Historia de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.

Los orígenes del paisaje cebollero

(Acerca de la conformación del espacio geográfico, la estructura de la propiedad y los usos comunales en Moralzarzal).


El paisaje de Moralzarzal, aunque ya muy transformado por el desarrollo urbanístico y la influencia del área metropolitana madrileña, guarda todavía en sus viejas formas su pasado ganadero y forestal y su pertenencia al Señorío del Real de Manzanares. Esta identidad es fruto de una forma de gestión del territorio y de los usos tradicionales en este entorno serrano. Paisaje cargado de historia, cultura y naturaleza.

Comencemos esta historia del paisaje cebollero cuando Alfonso VI conquista Toledo en 1085 e incorpora la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama al por entonces poderoso Concejo de Villa y Tierra de Segovia, que empieza la repoblación de estas tierras a comienzos del siglo XII.
Concejo de Villa y Tierra entre el Duero y el Tajo en el primer tercio del siglo XIII
Los primeros segovianos llegan a dos aldeas, conocidas como Fuente del Moral y Zarzal, emplazadas en la proximidad de sendas fuentes que nacen al pié de un cerro  (Cabeza Mediana). La mayor de estas aldeas, Fuente del Moral, era un primitivo emplazamiento árabe situado en un resalte rocoso desde donde se dominaba, hacia el sur, un amplio horizonte.

En torno a este emplazamiento, los repobladores segovianos tienen el derecho a hacerse con pequeñas fincas destinadas a cultivos agrícolas para aprovechamiento y disfrute particular. Este es el origen del paisaje minifundista característico de los alrededores del primitivo núcleo urbano de Moralzarzal: cercados de piedra con vegetación natural asociada a la linde de las parcelas y atravesado por multitud de caminos. Hoy en día, lo poco que queda de aquel paisaje son prados que hasta hace menos de un siglo fueron tierras de huerta, de cereales, viñedos e incluso algunos frutales.

Más allá de estas fincas privadas y minufundistas junto al núcleo de Moralzarzal, buena parte del territorio de lo que hoy es el término municipal era un espacio cubierto por vegetación natural de aprovechamiento común o colectivo tanto de los habitantes de El Real de Manzanares, como de los ganaderos de la villa de Madrid y de la ciudad de Segovia. Buena parte de este territorio de la comarca fue durante mucho tiempo “tierra baldía”, término hoy ya en desuso pero que antiguamente quería señalar el espacio cubierto por vegetación natural de aprovechamiento común o colectivo. Este es el origen de los aprovechamientos comunales.

El siguiente momento importante llega en 1636, cuando Moralzarzal pasa de aldea señorial a villa. Este título de villazgo llevaba aparejado, junto con la jurisdicción y justicia, la asignación de ejidos, dehesas y montes para aprovechamiento restringido de los vecinos.
Señorío de El Real de Manzanares
Es muy probable que estos privilegios vinieran a reconocer jurídicamente una situación de hecho. Sólo así es entendible el hecho de que el Real Concejo de La Mesta, con sede en El Real de Manzanares, pleiteara en 1609 contra los vecinos de Moral por las roturaciones que éstos habían hecho en varias fincas, como Robledillo o Los Navazos.

Como consecuencia de ese proceso, Moralzarzal comenzó a tener en las proximidades de su núcleo urbano algunas Dehesas que combinaban el cultivo de cereal y el apacentamiento del ganado de labor de sus vecinos: Dehesa de Arriba, Dehesa Vieja (o de Abajo) y Robledillo, son todavía testigos de este tipo de montes de uso comunal.

Dentro de los privilegios de villazgo, el Concejo y sus vecinos recibían un “Ejido”, un espacio comunal no roturable, dedicado fundamentalmente a pastos y al establecimiento de eras. En nuestro caso todo apunta a que el actual monte de Ladera de Matarrubia era el Ejido de Moralzarzal.
Antonio Zárate en una de las tenadas o aprisco de ganado de la Ladera de Matarrubia.
Autor: Miguel Ángel Soto
El título de villazgo también convirtió los terrenos más alejados y montaraces, los baldíos, en montes propios (o de Propios), es decir, fincas mayormente forestales, para aprovechamiento múltiple de leña, madera y pastos, propiedad de cada concejo o ayuntamiento, cuyo uso correspondía tras el pago de una renta bien a los propios vecinos del lugar o a cualquier otro postor que lo consiguiese. El nombre de uno de nuestros montes, la “Ladera de las Suertes”, de 330 hectáreas, alude al reparto de lotes y el sorteo entre los vecinos de sus aprovechamientos. Este monte fue subastado por el Estado en 1885 durante los procesos de desamortización que veremos en próximos post.

Detengámonos por tanto en esta diferencia. Los montes de Propios son los montes que pertenecen y son gestionados por los concejos, donde éstos pueden arrendar los aprovechamientos y cuyas rentas sirven para financiar los gastos del Concejo y para pagar los tributos. Por contra, los montes comunales son los bienes públicos cuyo aprovechamiento corresponde al “común de los vecinos”, sin cargas ni impuestos. Las Dehesas eran comunales, de todos, del común.

Pero junto a las dehesas boyales, los montes de propios y los terrazgos parcelados y privados del entorno de los pueblos, permanecieron en Moralzarzal (como en toda la comarca de El Real) terrenos de aprovechamiento colectivo en unos casos de varios municipios mancomunados y en otros, de todos los habitantes de la comarca. Usos comunales de los que se hacía mención expresa en los privilegios de villazgo de algunas localidades vecinas como Becerril, Hoyo de Manzanares o Navacerrada.

El monte de El Hormigal, por ejemplo, era de uso conjunto para los vecinos de Moralzarzal y Collado-Villalba. La Dehesa de Berrocal era labrada por los vecinos de Becerril, Moralzarzal, El Boálo, Mataelpino y Cerceda. En Cabeza Mediana, los pastos eran gratuitos para los vecinos de Becerril, Moralzarzal y Collado Mediano. En Navahuerta, El Serrejón y Rodehuelo (sic), el aprovechamiento de cereal es así mismo para los vecinos de Becerril, quedando los pastos – alzado el fruto- comunes para todos los ganados del Real de Manzanares y de la Tierra de Madrid. Los Madroñales y Cumbres de la Maliciosa eran comunes a la Comunidad de Segovia, a la Tierra de Madrid y a El Real de Manzanares.

En 1833, cuando se instaura en España la división provincial actual y se define los límites de los términos municipales, Moralzarzal cuenta con una parte importante de su término municipal como bien público, ya sean montes comunales (Dehesas y Ejido) o montes de Propios (baldíos). A mediados del siglo XVIII, un análisis de los bienes públicos en este sector de la Sierra de Guadarrama (análisis realizado a partir de los datos del catastro del Marqués de la Ensenada) revelaba que Moralzarzal era, dentro de nuestro entorno, la localidad con una mayor superficie de tierras públicas: el 83,7% del total de la superficie municipal eran montes de Propios o Comunales.

Si bien gran parte de estos bienes públicos era considerados “infructíferos por naturaleza” (hoy diríamos inculto/improductivo), para los vecinos de Moralzarzal eran fundamentales para el mantenimiento de su economía: pastos, leñas, carbón vegetal, colmenares, etc. Dada su enorme extensión dentro de nuestro término municipal, estos terrenos de acusado relieve y cubiertos de matorrales (chaparros, enebros, jara, retama, etc.) eran una pieza clave dentro del modo de vida de los cebolleros, ya que además de aportar la energía para calentar la comida soportaba los aprovechamientos de pastos en régimen extensivo, fundamentalmente de cabras y ovejas.
Tenada o aprisco de ganado en el monte "Ladera de las Suertes". Autor: Miguel Ángel Soto
Con frecuencia estos terrenos, que marcaban los límites del término municipal, eran espacios mal definidos, dispersos por el término, cómo áreas abiertas, de las que frecuentemente se ignora su propiedad ya que no estaban registradas. En estos terrenos el concepto de lo “baldío”, aunaba las dos afecciones de inculto y su consideración como tierra de nadie y, por ende, de todos. Este podría ser el caso de fincas públicas que marcaban el límite sur del término municipal en su frontera con el de Hoyo de Manzanares o Collado-Villaba: Canto Hastial (66 Ha), Canto Cachado (61 Ha), La Navata (891 Ha) o los terrenos de El Palancar-Navahuerta. Algunas de estas fincas se salvarán de los procesos de desamortización del siglo XIX precisamente por no haber sido declaradas como bienes públicos.

Así se ocupó y organizó el espacio en el entorno de la Fuente del Moral y Zarzal. Veremos en próximas entregas como esta estructura cambió durante el siglo XIX y porqué.


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Fuentes:
  • MANUEL VALDÉS, Carlos Manuel(1996). Tierras y montes públicos en la sierra de Madrid (sectores central y meridional). Serie Estudios. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaría General Técnica.
  • FERRER JIMÉNEZ, D., SANTA CECILIA, F. (2005). Lectura del paisaje de la comarca Alto Guadarrama Alto Manzanares. Un legado Histórico. Guía para la interpretación. ADESGAM.
  • MARTÍN, Jesús (2007). Historia de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.