martes, 28 de abril de 2015

8 apellidos cebolleros

¿Quienes son de Moralzarzal? ¿quienes no lo son?

Dentro-fuera: las cosas no siempre son tan fáciles como las explican Epi y Blas, los personajes de Barrio Sésamo.


No, no es tan fácil. En Moralzarzal, "de toda la vida", existen "los del pueblo" y los "veraneantes", (socios "ambulantes" se llamaban en SORCAS). Los veraneantes eran de alquiler o con casa, pero solo residían en Moralzarzal en verano y los fines de semana.
Veraneantes en la calle de la Iglesia en 1954
Pero mucho ha cambiado la realidad desde la bucólica imagen que retrataba el artículo publicado en el diario ABC allá por 1987: ¿donde encontrar un lugar tranquilo, cordial, simpatiquísimo y fresquito como este?
ABC, 29/08/1987. El periodista diferencia entre nativos y veraneantes, siendo alcalde Narciso López González.
Pero los veraneantes, o sus hijos, empezaron a quedarse todo el año. El pueblo empezó a crecer, llegó el boom de la construcción y "nativos y forasteros" empezaron a compartir el espacio vital todo el año.

Ante esta llegada de forasteros (con sus modas, hábitos y maneras urbanas), y de manera similar a la mayoría del mundo rural, la población nativa ha desarrollado un mecanismo de auto-defensa, una especie de sentimiento de pertenencia, arraigo o auto-proclamación que busca mantener la difusa diferencia entre los ciudadanos que son del pueblo y los que son "de fuera", independientemente de que ambos colectivos estén empadronados y paguen impuestos de igual forma.

Y este sentimiento de reivindicación de las costumbres e historia local, que en Moralzarzal podríamos llamar "cebollismo", deriva en algunas actitudes que recuerdan a los nacionalismos excluyentes. El mayor ideólogo de este nacionalismo cebollero fue el anterior alcalde, Jose Mª Moreno. Este señor ha llenado la legislatura que ahora acaba de declaraciones en diversos medios de comunicación de la sierra donde la expresión “los de fuera” ha servido como argumento para desautorizar a quienes disienten con los proyectos del equipo municipal o denuncian al ayuntamiento por incumplir la ley.

Pero este no es asunto que nos ocupa, aunque bien sirve para introducirlo. Nuestra pregunta es: ¿quienes son del pueblo?

Para algunos, ser cebollero, auténticamente cebollero, querer realmente a Moralzarzal... está solo en manos de los habitantes que viven en el pueblo desde su infancia, lo que entienden las cosas del pueblo, los de toda la vida... Permítanme la parodia, “los que tienen 8 apellidos cebolleros”.

¿Pero cuales son los apellidos cebolleros? Dura tarea nos hemos propuesto, pero el objetivo lo merece.

Vamos a remontarnos 3 generaciones atrás. Comencemos en 1900. Moralzarzal es, a principios del siglo XX, un municipio de 700 habitantes dedicados a la agricultura, la ganadería y la cantería. Esta última actividad cuenta con el Ferrocarril de vía estrecha que conecta las canteras de El Berrocal con la estación de Villalba. Los manantiales de aguas minero-medicinales que han dado fama al pueblo en el siglo XIX, La Fe y La Fe Perseverante, están cerrados, y tardará todavía algunos años en abrirse el proyecto de manantial y casa de baños del Portillo de La Mina.

Según el Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España, 1900”, los cargos y oficios oficiales en el pueblo son los siguientes: Alcalde, Ramón González; Secretario, Maximino Sánchez; Juez Municipal, Gabino Bordón; Fiscal, Alfredo Somacarrera; Secretario, Maximino Sánchez; Párroco, Remigio Muñoz; Profesor, Francisco Ovejero; Profesora, Ricarda Hernández; Constructor de carros, Gabino Bordón y José Bordón; Comestibles, Aniceto González, Manuel López, Jacinto Morales y Vicente Morales; Tratantes de ganado vacuno, Pedro Baonza y Vicente Martínez; Molino de Harinas, Herederos de Raimundo Martin; Herreros, Valentín Alcó y León Mansilla; Fábrica de Jabón, Melchor Antuñano; Médico, Eduardo López de Saá; Notario, Ángel González; Posaderos, Pablo González y León Mansilla; Tiendas de Quincalla, Eugenio Estevez y Eustasio Estevez; Tejidos, Melchor Antuñano y Herederos de Juan Revuelta.

Demos un salto hasta junio 1919, y utilicemos ahora como fuente la web de Antonio “Zárate” (www.conocermoralzarzal.es). En este año, un actor cómico de nombre Ricardo Ripoll (quizás uno de los primeros veraneantes en Moralzarzal) dirige una obra de teatro que será representada en en el “Salón de La Pajera” por vecinos y veraneantes de esta localidad. Este es el plantel de actores por orden alfabético: Concha Benito, María Benito, Tomasa Gómez, Encarna Landáburu, Josefina López, Luisa Maya, Cándida Somacarrera, Luis González, Nemesio González, Feliciano González, Anastasio Hernando, Manolo Mansilla, Teodoro Pérez, Maximino Sánchez y Nemesio Landáburu.


Ya sabemos los apellidos de los cargos oficiales, de algunos artesanos y del sector servicios, de los que gustaban del teatro.....¿y quienes jugaban al fútbol?

Equipo de fútbol local, en los años 30: Pepe Cuena González, Pedro Prados Morales, Esteban Balandin Cuena, Gabriel López Antuñano, Luis Cuena González, Natalio Reguera Balandín, Emilio Cuena González, Cayo Segovia Alcón, Félix Estevez, Eladio Hernándo González y Justo González. Foto: Libro "Moralzarzal. Imágenes en el recuerdo". 
Si, ya lo habrán notado....van ganando los "González", seguidos de lejos por los Balandín, Segovia, Antuñano, López, Mansilla, Estevez, Cuena, Prados....

Pero sigamos. Entre 1920 y 1922 fueron responsables de la Junta Directiva del SORCAS los siguientes vecinos: Melchor González, Adolfo González, Marceliano Vidal, Francisco Sánchez, Florencio Balandín, Luis González Prados, Macario Segovia, Julio Morato, Demetrio Segovia y Julio Segovia.

Siguiendo con los miembros del SORCAS, fiel reflejo de la sociedad cebollera, el libro de socios (138 nada menos) de esta asociación en 1929, está liderada por los siguientes nombres: Braulio Balandín, Pablo González, Ramón Sanz, Ángel Estevez y Andrés Segovia.

Tirando de nuevo de la web de Antonio Zárate, vemos que en el año 1949, cuando Maximino Sánchez empieza a construir chalets en la Colonia del Carmen (calle Cañada y zona de Navafría) emplea en la construcción a muchos vecinos del pueblo, a saber: Ángel Segovia, Eugenio González, Gregorio Soriano, Mariano González, Cayo Segovia, José Lorenzo, Luis Palomo, José Sevillano, Adrian Guillen, José ¿? Díaz, Fidel Sanz, Julio Segovia, Mariano Hernández y Eusebio González.

También después de la guerra civil, las personas dedicadas a la cantería, actividad de gran tradición en Moralzarzal, son también ilustrativas de los apellidos más arraigados en nuestra localidad. Trabajaron en las canteras de El Berrocal o tuvieron talleres de piedra en los alrededores del pueblo gentes como: Celedonio Balandín, Luis Cuena, Petronilo Soriano, Andrés y Esteban González, Primitivo González, Eladio Hernández, Alfonso Segovia, Vicente Guillén, Justo García, Mateo López, Andrés González Prados, Fermín Segovia, Justo González.

Vayamos con las familas ganaderas, y vuelta una vez más al trabajo de Antonio Zárate. En la segunda mitad del siglo XX tuvieron rebaños de ganado ovino en Moralzarzal cebolleros como Manuel López Antuñano, Ramón González Berrocal, Tomás Sepúlveda, Pedro y Bernardino Moreno Álvarez, Gregorio y Modesto Soriano Morales, Pedro Escribano García, Ramón Palomino González, los hermanos González Taillet, Rufino Estévez Balandín, Vicente Balandín Muñoz, Pedro y Felipe García Herrero, Aquilino González De la Cruz, Gil de la Fuente Hernández, los hermanos González Sanz, Pablo, Jacinto y Edelmiro Martín Vaquero, Manuel López Sastre, etc, etc.

El fútbol, el deporte rey, nuevamente fuente de información. En 1967 se funda el Moralzarzal Club de Fútbol, cuando los aficionados a este deporte deciden formar una asociación y formalizar así el equipo que jugaba en la localidad. El equipo se llamó San Miguel Arcángel, patrón de la localidad, y adoptó el escudo heráldico de los Orellana Chaves, que por entonces todavía se encontraba incrustado en el púlpito de la Iglesia. El escudo, por cierto, lo adaptó y pintó Ricardo Segovia, siendo Alcalde Vicente López.
Escudo del C.F. de Moralzarzal, versión libre del escudo heráldico de los Orellana Chaves que estuvo esculpido en el púlpito de la Iglesia de San Miguel Arcángel.

Su primera Junta Directiva estaba formada por los siguientes cebolleros: Vicente López Barbero, Amancio Albertos Merino, José Contreras, Emilio Segovia Aparicio, Tomás Navas Sanz, Mariano González, Bernardo López González, Teodoro González González, Andrés Segovia Morato, Ricardo Segovia Aparicio, Julio Estevez Segovia, Julio Segovia Morato y Francisco Morato.

Desde su fundación hasta finales de los años 80, antes del boom urbanístico en Moralzarzal, los presidentes de este club han sido Vicente López, Amancio Albertos, Raul Estevez, Jesús González y José Luis Estevez.

Podríamos seguir recabando información, pero no obtendríamos resultados muy diferentes.
Los apellidos 100 % cebolleros ya se los pueden imaginar: el apellido González gana por goleada, seguido por Segovia, López, Balandín, Estevez, Sanz, Martín y Sánchez. Si usted tiene alguno de estos apellidos, es cebollero cebollero. Pero también lo es, pero un poco menos, si se apellida, Morato, Soriano, García, Morales, Cuena, Hernández, Antuñano, Mansilla, Bordón, Benito, Somacarrera, Aparicio, Albertos, Guillén, Alvarez, Moreno, Alcón, Reguera o Prados.

Alguien dirá, y no le faltará razón, que faltan los apellidos Berrocal, Maya, Domínguez, etc. O que los Solano y Taillet, aunque veraneantes, llevan varias generaciones en el pueblo. Pero en algún punto había que hacer el corte y el listado se ha elaborado por riguroso orden. Los auténticos 8 apellidos cebolleros hay que cogerlos en el párrafo anterior.

También alguien podrá decir, también con mucha razón, que algunos de estos apellidos se encuentran entre los apellidos más frecuentes en España. Es cierto, los apellidos más comunes en nuestro país son, por este orden, García, López, Pérez, González y Sánchez. El apellido Martín ocupa el puesto décimo, Moreno el 18 y Sanz el 24. El caso del apellido Martín, por ejemplo, ocupa el segundo puesto en las provincias de Avila y Segovia, y el séptimo en Madrid.

En fin, veamos en cualquier caso como ha influido en la vida local ¿tiene algo que ver la genealogía en la configuración de las candidaturas electorales del partido que gobierna el ayuntamiento desde 1995?

Composición del anterior equipo municipal: José María Moreno Martín, Ángeles Jiménez Verdejo, Begoña Segovia Domínguez, Aurelio González García, Roberto Castro Diezma, Mª del Mar Reguera Balandín, Esther Sanz Gil, José Manuel Soriano Garcés, Javier Martín Pascual e Ignacio Melero González.
El anterior equipo municipal, 85% cebollero
Aunque puede que alguno de estos concejales no proceda de un linaje 100% cebollero (el alcade era originario de Ávila), no debería sorprendernos que de los 10 concejales del PP en la anterior legislatura, ocho eran poseedores de uno o varios apellidos cebolleros. El cebollismo gobierna, algo obvio ya que son ellos "los que entienden las cosas del pueblo". Claro como el agua, aunque habrá quien maliciosamente especule sobre la relación entre las relaciones familiares, el clientelismo político y la tendencia de voto.

Una última reflexión sobre el cebollismo. En 1995, la población de Moralzarzal era de 3.321 vecinos (cebolleros... cebolleros). En los últimos 20 años la población se ha multiplicado por 4, y en 2014 eramos 13.221 habitantes. 
Evolución del número de habitantes en Moralzarzal, 1900-2014
Así que "los de fuera” son ahora mayoría. !Cielos¡

El pasado 24 de mayo de 2015, TODOS los vecinos de Moralzarzal, con o sin apellidos cebolleros, eligieron a los 17 concejales que tienen que representarlos en el pleno municipal. 

Y el resultado ha sido una muestra de la voluntad de superar el binomio dentro-fuera y otras memeces. Y está siendo una muy buena oportunidad para ver reflejada la realidad de la población de Moralzarzal en la composición del pleno municipal y en el reparto del poder local.

lunes, 6 de abril de 2015

Andrés Benito, el fornicador de Moralzarzal.

Hasta finales de la década de 1550 el Santo Oficio perseguía brujas, moros, judíos y protestantes, pero no a los fornicadores.  En los primeros momentos, la Iglesia no consideró las tentaciones de la carne una herejía, a lo sumo, un pecado mortal.
Escudo del Santo Oficio de la Inquisición



Ocupada con otras causas, la Inquisición no se lanzó a la inmensa tarea de reprimir estas conductas, simplemente dejó su cuidado a los tribunales laicos y eclesiásticos, como los tribunales episcopales, que perseguían a los concubinos. Lo que realmente perseguía el Santo Oficio era la creencia que la simple fornicación no es pecado mortal. La herejía no era fornicar, era dudar de que la fornicación fuera pecado. 

Y la fornicación se definía como un “acoplamiento carnal fuera del matrimonio entre dos personas libres de todo vínculo, de mutuo consentimiento”.

El primer caso de herejía por fornicación se da en Sevilla, pero es el Tribunal de Toledo (del que dependía Moralzarzal) donde adquieren relevancia estos casos durante la segunda mitad del siglo XVI.

Y del Tribunal de Toledo nos llega un caso curioso, el del testimonio de Juan Montero, el tabernero de Moralzarzal, en 1585, que deja al pairo ante el Santo Oficio a su vecino y compañero de viaje, Andres Benito. 

Veamos lo que le contó al Tribunal nuestro vecino Juan:

Por el domingo de Lázaro (nota: quinto domingo de Cuaresma, justo antes del Domingo de Ramos), que agora pasó, dos días más o menos, yendo este testigo por vino camino de Navalcarnero, con dos carros, toparon dos mugeres, y las llevó Andrés Benito en su carro”.


[Nota: Dos mujeres desconocidas solas en el camino: no hay que preguntarles su oficio. En resumen, Andrés fornica. Sigamos].


Después que volvieron al Moral, se adelantó Phelipe de Salamanca, y dixo a su muxer de este testigo que le regalase bien a este, que lo avía menester porque habia andado con unas mugeres. Y después, quando este llegó a su casa....llegaron allí también muchas personas...que debían ser más de veynte, e comançaron a dar matraca a este de como, tiniendo la muger que tenía se iva con otras...

Este dixo que lo había hecho como hombre de bien, porque se lo avía pagado, y le avía dado un real, y que pagandoselo no era pecado.

Y luego Phelipe de Salamanca dixo: “Mirad lo que deçis, que es muy mal dicho”.

El asunto se extiende por todo el pueblo. Se discute hasta en las poblaciones vecinas. Los testigos llevan el asunto al cura, que también declara como testigo en el juicio:

Supé deste negocio por Phelipe de Salamanca que me dió aviso dello como pastor que soy, porque lo remediaria. Me dixo que si estaba obligado a decirlo en el Santo Oficio”.

Hacia 1585, pues, a los pies de la Sierra de Guadarrama, se sabe perfectamente que la Inquisición condena la simple fornicación.

Le dixe que si el delicuente iba, no era menester, porque la Inquisición era para castigar los culpables, y asi se castigaría. Pero si no iba, o iba con tardanza, entonces el dicho Salamanca tenía obligación de denunciar del so pena de excomunión mayor”.

Salamanca pasa el encargo a Montero, quien, después de hacerse un poco de rogar, marcha a denunciarse a Toledo en medio de la curiosidad general y provisto de una carta del cura que explica el caso a los jueces testimoniando sobre la vida normal y las buenas costumbres del culpable

No sabemos cuantos latigazos o años de galeras le cayeron al pobre Andrés Benito, el fornicador. 
 
Tampoco sabemos si Juan Montero, el tabernero de Moralzarzal en 1585, arrastró el sambenito de "chivato" el resto de su vida. Podemos suponer que el "hereje" Andrés amenazara a Juan "el chivato" con un “arrieritos somos y en el camino nos encontraremos”. 



Pero queda clara la larga tradición carretera en Moralzarzal, llevando carbón vegetal, leña y piedra a la Villa de Madrid y trayendo viandas y otras mercancías de las que se carecía en nuestro pueblo.
 
 Y queda constancia de que la vida de arrieros y carreteros no era fácil.

Fuentes:

Benassar, Bartolome. Inquisición española: poder político y control social. Editorial Crítica. Barcelona, 1984. pp 292-294. El caso de Andres Benito, de Moralzarzal, está tomado del Archivo Histórico Nacional, Inquisición, Leg 73, exp 13.